D. ÁLVARO DE BAZÁN Y GUZMÁN


Biografía:
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Nació en el mismo centro de la ciudad de Granada, confluencia de la calle Reyes Católicos y Gran Vía, donde se abre la Plaza de Isabel la Católica, el 12 de diciembre de 1526, y murió en Lisboa, el 9 de febrero de 1588. Su abuelo sirvió en la Guerra de Granada con los Reyes Católicos y su padre fue marino al servicio de Carlos I. Estos obtuvieron de la monarquía la concesión de los señoríos del Viso del Puerto (Viso del Marqués) y de Santa Cruz de Mudela, que pasarían a pertenecer a don Álvaro.
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Hijo de un marino de prestigio, de igual nombre y conocido como Don Álvaro «el Viejo», que llegó a ser Capitán General de las Galeras de España y de doña Ana Guzmán, hija del conde de Teba y marqués de Ardales, tuvo la oportunidad de tomar armas en la mar desde muy joven en compañía de su padre. A su lado estuvo en la victoria naval que consiguió de la armada francesa sobre las costas de Galicia en 25 de julio de 1544, y conducidas las presas a la Coruña, quedaron al cuidado del joven. Con 2 años de edad, Carlos V le hizo merced del hábito de Santiago, expresión de la predilección del emperador por su padre. Su ayo fue Pedro González de Simancas, que le proporcionó una instrucción humanística muy esmerada y le hizo tener en gran estima a poetas y humanistas, a los que siempre protegió y de los que fue mecenas. De estirpe noble navarra, el escudo familiar es un tablero de ajedrez, según un dicho popular, por hallarse jugando a este juego antes de la batalla, aunque lo más lógico sea que proceda del valle de Baztán. En los marqueses de Santa Cruz se han añadido las ocho cruces de San Andrés que rodean al tablero de ajedrez.
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Estuvo al mando de la escuadra de reserva con una decisiva actuación en la batalla de Lepanto. Se cuenta que ganó el título de Marqués de Santa Cruz cuando el rey se compadeció de él al verlo estar al sol y le mandó cubrirse, y al agradecérselo aquél, el monarca le dijo: «por el sol, señor marqués, por el sol».
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La vida militar de Álvaro de Bazán va indisolublemente unida a los principales hechos de armas de la marina. Fue hombre de confianza de Felipe II y nombrado Capitán de la Mar Océana y Almirante de la Marina.
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Sus campañas más destacadas fueron:
La derrota de la armada francesa en aguas de Galicia; la conquista de la isla de La Gomera; el socorro a la isla de Malta; la batalla de Lepanto; la batalla naval y ocupación de la isla Terceira o Tercera (Azores). En esta batalla se emplearon por primera vez en la historia fuerzas de infantería de tierra para la ocupación de playa y terreno, lo que se considera como «el nacimiento de la Infantería de Marina».
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Le sorprendió la muerte en Lisboa, ocupado en la preparación de la Grande y Felicísima Armada. Está enterrado en el Viso del Marqués junto con su esposa, doña María Manuela de Benavides.
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Logros Militares:
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Las cifras resultantes de las campañas militares de Álvaro de Bazán reafirman su puesto de honor entre los más grandes marinos que haya dado España:
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Islas rendidas: 8
Ciudades rendidas: 2
Villas rendidas: 25
Castillos y fuertes tomados: 36
Capitanes generales derrotados: 8
Maestres de campo derrotados: 2
Señores y caballeros principales derrotados: 60
Soldados y marinos franceses rendidos: 4.759
Soldados y marinos ingleses rendidos: 780
Soldados y marinos portugueses rendidos: 6.243
Prisioneros cristianos liberados: 1.564
Galeras reales capturadas: 44
Goletas capturadas: 21
Galeones y naves de alto bordo capturados: 99
Bergantines capturados: 27
Caramuzales turcos apresados: 7
Cárabos moriscos apresados: 3
Galeazas apresadas: 1
Piezas de artillería capturadas: 1.814.
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Títulos y Mecenazgos:
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El poeta renacentista Cristóbal Mosquera de Figueroa al dedicarle uno de sus libros, nos da la relación de títulos y honores que el Marqués poseía:
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"Elogio del excelentíssimo señor Don Álvaro de Baçán, marqués de Santa Cruz, señor de las Villas del Viso y Valdepeñas, Comendador mayor de León, del Consejo de su Magestad, y su Capitán General del mar Océano y de la gente de guerra del Reyno de Portugal." (Madrid, 1596)
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Por sus méritos militares el rey Felipe II le concedió el título de Marqués y tomo el nombre de Marques de Santa Cruz por ser señor de la villa de Santa Cruz de Múdela, con lo que el Viso del Puerto paso a llamarse Viso del Marqués. Compró a Felipe II el señorío de la villa de Valdepeñas.
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Se construyó a fines del siglo XVI dos palacios, uno en la plaza mayor de Valdepeñas, que no se conserva, y otro al lado de la iglesia parroquial de El Viso del Marqués, que sí se conserva y es utilizado actualmente como Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán. La obra de este último se comenzó en 1564 según las trazas de Giovanni Castello, el Bergamasco, según dice Ceán Bermúdez, aunque Fernando Marías opina que el Palacio fue proyectado por Enrique Egas el Mozo y continuado por el Bergamasco cuando llegó de Italia acompañado de buenos artistas y decoradores.
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Don Álvaro cubrió este magnífico palacio renacentista de incontables frescos de los pintores manieristas italianos Cesare Arbasia y toda la familia Peroli, Nicolás, Esteban, Francesco y Giambattista Peroli, que hizo llamar de Italia, para narrar con imágenes sus hazañas militares en paralelismo con las del héroe mitológico Hércules.
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El marqués quería así estar a mitad de camino entre la Corte y el puerto de Sevilla al que como marino famoso tenía que acudir frecuentemente; a lo largo de toda su vida se preocupó frecuentemente en redimir cautivos de los musulmanes. En la iglesia parroquial aledaña se encuentra como exvoto un cocodrilo disecado colgado de la bóveda central del presbiterio, regalo al marqués de un bajá musulmán en uno de sus incontables viajes.
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Los marqueses de Santa Cruz protegieron las artes y las letras, varios escritores les dedicaron algunas de sus obras (Góngora, entre otros). Don Álvaro es muy posible que protegiera a Bernardo de Balbuena y otros poetas, como un desconocido «bachiller Jarana». El hijo de don Álvaro protegió a Félix Lope de Vega, quien le dedicó una comedia, y durante el siglo XVIII fueron ilustrados, fomentaron las industrias locales y la educación en sus señoríos y protegieron a escritores e intelectuales ilustrados como Carlos de Praves, José Viera y Clavijo o Manuel Lanz de Casafonda, que fueron preceptores de sus hijos.
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Fuente: Biblioteca Miguel de Cervantes.